lunes, 19 de agosto de 2013

Trabajo y poco más

Siete y poco de la mañana,
se abren mis ojos y mis oídos descifran rápidamente si ya está lloviendo o deberé esperar un tiempo a ver cortinas de agua cayendo del cielo.
Trato de estirar mi cuerpo y despertarlo con algo de ejercicio y una ducha fría
aunque no siempre lo consigo.
No pierdo más el tiempo y recorro los escasos cinco minutos que me separan de la oficina de Yangon
con la compañía de una canción cada día diferente en mis oídos.
Como siempre soy el primero en llegar,
me gusta aprovechar mi primera hora sin nadie en la oficina
cuando todo está tranquilo y sin ruido.
Luego llega el ajetreo, la entrada y salida continua de personas,
las conversaciones de gente interna y externa a la organización
en el mismo lugar donde otros tratamos de aprovechar el tiempo que se come el espacio de nuestras vidas.
Una escasa media hora para comer
que se me hace larga
que no disfruto como debería,
y vuelta a la misma silla
aplanando el culo
machacando energías que tardarán en recuperar la sonrisa.
Diseños y elección de materiales y actividades a larga distancia
gestión de un proyecto que no veo y de un staff que casi no conozco
gestión de una vida y de un ambiente que se sale de lo corriente,
las luciérnagas parpadean y ni aun así consigo ver el camino correcto.
Ando a ciegas
con el miedo de ostiarme en cualquier momento
sin avisos
sin red
sin agarrarme a alguna pared.
Pero sigo…
tratando de intuir lo correcto en este camino que, aunque debería, no está asfaltado.

Cuando siento que estoy cayendo
freno
respiro
y pienso el siguiente paso a dar…
esto es un maratón y debo guardar las fuerzas para llegar hasta el final.

Y aparte del trabajo poco más que contar
aunque sí que aprender.
La sociedad que tengo detrás de mi
continúa con sus juegos sin fin
y está tan locamente acelerada
que prefiero ignorarla.

Yo sigo intentando ser un hombre mejor
girando a ciegas por este gran mundo
lleno de gente que se pasea sin rumbo
y que no siempre dejan ver el sol.








*

domingo, 4 de agosto de 2013

Noche y día

Como cualquier otro fin de semana en algunos de los rincones de Europa que hasta ahora me han acogido
noche de cena y baile
día de pasividad y relax.
Aquí podría acabar....
pero no es así...
en Myanmar siempre hay algo especial que contar.

La noche simula empezar tranquila
cuando esconde lo que no vas buscando.
Buen vino y buena carne
regadas con charlas y risas que se alargan con "shisha" y carajillo.
¿y después?

Tomar un taxi con un compañero de aventuras,Vincent,
de los que disfruta de la vida en lugar de sufrirla,
hacia una discoteca
donde la cerveza te la sirven en lata
y la música la embotellan entre electrónica poco depurada.
Pero el sitio está a reventar
y no tardamos ni dos segundos en ponernos a bailar
como si fuera la primera vez
como si fuese la última.
Entre gente descarada y rezagados de la monotonía,
humo y luces,
calores y sudores
que te despiertan más de lo que ya estás,
nos vamos poco antes de que el desierto llegue a la pista de baile...
habrá que buscar algo más...
Un conductor de rallys frustrado nos acerca a una nuevo sitio
pero descubrimos al entrar que el vacío llegó antes que nosotros.
Una cerveza para retomar fuerzas
y el camino, esta vez con la fuerza de nuestros pies,
lo hacemos entre calles silenciosas que llenamos con nuestras tonterías
con nuestras risas y palabras que quedarán escondidas en las oscuridad de la noche que estamos viviendo.
Pero esto no podía ser el final...
así que hacemos un penúltimo intento en un local desconocido que sabemos que existe cerca de nuestra casa
Ya son casi las cuatro.
Nos acercamos y seguimos sin escuchar un alma... malas noticias?
Nunca!
La calma que precede a la tormenta
de baile y risas que nos esperan dentro de un pequeño pero genial "antro".
Por fin un Dj que sabe mezclar la música como para no dejar que pares
ni para darle un trago más a la cerveza,
donde nos tratan como reyes
donde bailan como nosotros y con nosotros
donde las mujeres ríen y danzan sin buscar más que diversión
donde los rayos de luz se entrecruzan con el humo del local
donde el lenguaje deja de ser un problema para comunicarse
donde no quieres que se acabe la noche...

Pero todo acaba con las primeras luces del amanecer.
Toca descansar

Y el día...
pues descansando de la semana de trabajo.
Comiendo noodles en buena compañía,
viendo una película
tocando la armónica mientras improvisamos canciones con guitarra y voz
conversando con Vicent y Ángela de lo que fue y de lo que será...
y escribiendo estas letras para acabar el fin de semana que ya se ha escapado
sobre el colchón que ahora acunará mi sueño.

Mañana es lunes.
Vuelta al trabajo.
Con las pilas recargadas
con la mente despejada.



*