Querida amiga
eterna compañera,
al fin he aceptado nuestro común destino,
siempre a mi sombra amarrada
de sol a sol
desde la primera luna de aquel mes de diciembre
a la última de una noche que antojo lejana.
Ahora sufro menos en tu compañía,
te disfruto y saboreo
sin perder el desaliento.
Sólo contigo me siento seguro,
sólo contigo estoy despierto.
eterna compañera,
al fin he aceptado nuestro común destino,
siempre a mi sombra amarrada
de sol a sol
desde la primera luna de aquel mes de diciembre
a la última de una noche que antojo lejana.
Ahora sufro menos en tu compañía,
te disfruto y saboreo
sin perder el desaliento.
Sólo contigo me siento seguro,
sólo contigo estoy despierto.
Pero me acuerdo de ella
quisiera saber de su voz,
añoro tenerla a mi lado
y besar su cuello
en cualquier desliz.
Con eso
hoy
sería feliz.
*
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