Aunque nadie lo
crea
mi energía
también se agota.
No disfruto de
las estrellas que fugazmente cruzan por mi camino.
Tiro de donde no
hay y me enfurezco con lo que no existe.
Paso de soñar
despierto a vivir dormido.
Llega entonces el
momento de descansar,
de perderme,
de dormir y buscar los sueños fuera de la realidad del día a día que queda tan lejana de la Europa que me vio crecer.
de perderme,
de dormir y buscar los sueños fuera de la realidad del día a día que queda tan lejana de la Europa que me vio crecer.
Llegó el momento
del Tanganiyka y de Burundi.
Llego sin más
deseo que el de escuchar el silencio, comer algo diferente a “beans con
chapati”,
beber más de una cerveza bien fría
y pasarme las horas en posición horizontal.
beber más de una cerveza bien fría
y pasarme las horas en posición horizontal.
Eso busco y eso
encuentro.
Frente a al agua
de una piscina leo y escribo, río y bebo, hablo, callo y escucho.
Los hipopótamos y
burundeses me acompañan en una tarde de pesca.
Los montes llenos de plantaciones de té refrescan mi mente.
Las noches me llevan al billar, a pizzerías y de cervezas
La música y las letras ya escritas o por escribir me acompañan en cada paseo
donde la playa
sólo existe para mi
donde las aguas
transparentes solo se perturban por mi baño
donde la noche es
silencio y soledad
donde el día me
depara conversaciones privadas con un sol que me mira de frente
donde vuelvo a
soñar y no a “pesadillear”
donde me río solo
y a carcajadas.
Vuelvo a South
Sudan descansado.
Ya fue hace casi
un mes…pero aun puedo oler las piedras que le arranqué al Tanganiyka…
*
Ole por ti Jaime
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