Me entero con
unos días de adelanto de que se acerca el día del cooperante.
¿Es el día 8?
Vale, pues lo celebraremos con algo especial.
Pero antes hay que levantarse de
nuevo, calentar agua y servírmela en una taza con una cucharada de café
instantáneo (cuánto se echa de menos un buen expreso), y por supuesto leer y
responder algunas docenas de los cientos de mails que aun tengo en el servidor.
¿Qué toca hacer
hoy?
Pues tratar de tachar unas cuantas tareas de mi “to do list” y apuntar
unas cuantas más,
la reunión que no falte (hoy por suerte solo tengo una de dos
horas),
las llamadas a los wash de terreno (Javi, Edgar...), con interminables
preguntas que responden y que acaban con nuevas preguntas hasta encontrar la
solución adecuada a problemas inesperados,
continuar escribiendo informes,
saludar
a mis colegas de la oficina siempre con una gran sonrisa por volver a coincidir
en Juba,
ajustar presupuestos y diseños para hacer lo máximo con lo mínimo,
tratar con los logistas,
fumar algún cigarrillo para calmar los nervios y
matarme un poco más,
seguir con la estrategia a definir para el año que viene
(con diferentes escenarios posibles pues aquí nunca se sabe a ciencia cierta lo
que pasará al día siguiente),
preparar mi próximo viaje a terreno…
llega la
noche y aun no hice ni la mitad de lo que tenía pendiente, en mi lista hay
otras siete tareas nuevas, y en mi mail treinta correos recién llegados que
deberé leer ya después de cenar con mis colegas, mis amigos, mis compañeros de
alegrías y sufrimientos, mi familia en South Sudan.
Me levanto al día
siguiente, pero hoy a las 6 pues a primera hora sale el vuelo que me llevará a
Twic East.
Me caliento el agua para el café mientras lleno una mochila con tres
camisetas de Oxfam, unas mudas y el cepillo de dientes, mientras en la otra
llevaré mi ordenador, libreta y papeles varios.
A las 7 estoy “peleándome” en
una locura de terminal de aeropuerto africano para conseguir mi billete y
esperar que avisen para un nuevo vuelo que me hará cruzar el país, mientras
tanto reviso mi memoria:
“Hace un mes
estuve en Mingkaman y casi se me saltan las lágrimas al ver la evolución de
este lugar y de las 100.000 personas que allí se han instalado.
Llegamos allí a
principios de enero, para suministrar agua y construir cientos de letrinas,
mientras por las noches, escuchábamos como bombardeaban al otro lado del río
las casas de los que ahora estaban refugiados bajo árboles.
Esta última vez me
pareció un lugar maravilloso, donde las familias ya no andan perdidas, no se
pelean por un litro de agua limpia, tienen pequeños huertos y un stock de
comida que cada mes mis compañeros de seguridad alimentaria de Oxfam
distribuyen. Aun queda mucho por hacer….pero lo hecho hasta ahora me parece
magia.
La semana pasada
estuve en Bor y el equipo de Oxfam ha contribuido a crear un nuevo espacio con
todas las necesidades cubiertas para las cerca de 5,000 personas que se
encuentran refugiadas bajo la protección de las NNUU.
Y ahora, a rehabilitar
las infraestructuras de agua y saneamiento junto a una campaña de promoción de
salud en el Hospital de Bor (destruido meses atrás en los combates), el cual
empieza a ponerse de nuevo en marcha.”
Me he quedado
dormido en el helicóptero y ya estoy aterrizando en Twic East, aquí
comenzaremos ahora un nuevo programa para construir pozos para la población
desplazada y la comunidad de acogida que recogen agua de algún charco de agua,
si tienen suerte.
Me toca identificar lugares, poblaciones, hablar con las
autoridades y demás.
La noche vuelve a llegar sin darme cuenta.
Me despierto en
un lugar que no tengo muy claro cuál es.
¡Ah, ya recuerdo!
¡Joder! Anteayer
fue el día del cooperante y nos olvidamos de hacer algo especial, bueno, hoy no
pasa sin celebrarlo... pero antes hay que levantarse de nuevo, calentar agua y
servírmela en una taza con una cucharada de café instantáneo (cuánto se echa de
menos un buen expreso )…
No somos más que
simples profesionales haciendo su trabajo.
Y mi trabajo es solo un grano de
arena muy pequeño que junto al del resto de mis compañeros de Oxfam y de otras
organizaciones, crean un lecho donde los que no han tenido nuestra suerte
puedan recostarse, pero un lecho que en mi país rechazaríamos por insuficiente.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario