miércoles, 3 de febrero de 2016

Black holes in the middle of nowhere

Sin un segundo que perder tras mi vuelta a South Sudan,
un año después de mi partida,
me embarco rumbo al centro de Jongley State,
el más grande y fraccionado estado de este país
(el más subdesarrollado de cuantos dividen este mundo).

Sobrevolando de nuevo esta explanada salvaje
donde la presencia humana solo se intuye
por pequeños tejados de paja difuminados
y por alargadas hogueras  que queman los secos matorrales
crecidos durante la época de lluvia meses atrás.







El helicóptero aterriza
en un claro
sin árboles
junto al campamento de Oxfam
instalado en Walgak.


El trabajo de campo vuelve a empezar...


En dos mochilas llevo lo justo y necesario para un mes:
unas camisetas, un pantalón extra, mudas, linterna,
papel higiénico, un libro, ordenador, papeles de trabajo,
neceser y toalla.


Hace calor
y el sol brilla con fuerza
sobre la tierra
y mi piel.

Grandes tiendas de campaña
donde dormir,
casetas de madera
y planchas de metal
donde trabajar
y otras más pequeñas
para las duchas.


Algunos conocidos entre el staff de esta base.
Musa y John ya trabajaron conmigo,
hace dos años en la primera respuesta en Mingkaman,
me reciben con abrazo y sonrisas de bienvenida.
Al resto del equipo los voy conociendo
a medida que pasan los días,
las comidas y las cenas,
sobretodo en las que nos juntamos alrededor de las brasas
que sirvieron para cocinar la cabra que engullimos...
...en mitad de la cerrada noche que cubre el cielo de estrellas.

Me acuesto a horas tempranas
pero con el cuerpo y la mente cansados,
veo capítulos de series
e incluso alguna película
que mezclan en mi cara la sonrisa con los ojos humedecidos...
todo para volar fuera del contexto
del trabajo que se apelotona en la memoria a corto plazo
junto a las visiones duras y bellas de cada día.

Desde que mi memoria alcanza,
ha sido el primer año nuevo en el cual he caído dormido antes de medianoche...
pero a las 12 me desperté
con los disparos de celebración
que acompañaron a los 12 cacahuetes que dejé caer en mi boca
suplantando a las uvas
pues no están disponibles a menos de 1,000 km a la redonda.


Los días pasan uno tras otro hasta que pierdo de vista el momento de la semana en el que me hallo,
escribo informes y me informo de lo que se hizo y aún queda por hacer.
Escavamos pozos de 80 metros de profundidad,
hasta bien entrada la noche,
para encontrar la fuente de agua que suministrará a los poblados y tukuls cercanos.




Los nuer que habitan alrededor se pasan el tiempo rodeándonos,

algunos ayudando
(a los que luego se les pagará
ya que aquí nadie mueve un dedo
si no recibe dinero a cambio),

otros solo observando

y los niños correteando en derredor.


(casi olvido que la muerte se apoya en cada esquina)


Instalamos bombas de mano (las Blue Hand Pump) para extraer el agua
con una nueva tecnología que aún está a prueba en las duras condiciones de South Sudan.
Realizamos seguimiento de sus prestaciones
y reparamos otras diferentes bombas manuales
repartidas y desperdigadas por esta vasta región.


Preparo planes de trabajo y de seguimiento de los programas,
hago como que manejo el equipo,
sin saber realmente si lo consigo,
cuando el líder se toma sus merecidas vacaciones.

Paso horas dentro del "hard top" (todoterreno que utilizamos)
recorriendo pequeñas veredas
que nos guían a las comunidades donde trabajamos
cargando con el material
esquivando vacas, cabras y niños por igual.

Una semana me acoge también la base de Lankien,
donde conozco y trabajo con otro equipo
tratando de aportar mi granito de arena
en los mismos conceptos...
...ya algo más...
pues alrededor de 2,500 desplazados llegan sin esperarlo a esta población
y tal cual llegan les instalamos un par de letrinas
y les suministramos agua desde nuestro propio campamento
hasta que las autoridades les ofrezcan un terreno donde instalarse.

De vuelta a Walgak
los trabajos siguen avanzando
y mis problemas de estómago se acrecentan...
pero todo queda en nada
en el momento en el que dejo caer el agua por mi espalda,
desde el cubo hasta mis pies empezando por mi cabeza,
y así elimino los restos de jabón...
bajo el eterno y expendido manto de luciérnagas de las noches de Jonglei.

Un mes de mucho trabajo
y aprendizaje.

Y ahora
un nuevo objetivo para el mes de febrero:
una evaluación del trabajo realizado por el equipo de respuesta de Oxfam
en Unity state y en Juba (otro brote de cólera al que se tuvo que atender).



Una nueva cosa a aprender...
un nuevo reto a superar...


*