viernes, 29 de noviembre de 2013

WORKS DONE


Tras 5 meses y pico en Myanmar, de los cuales unos 2 han sido en Bhamo, el gran objetivo alcanzado es el de crear un equipo unido y con capacidad de responder con rapidez a las necesidades de los desplazados por el conflicto armado.

Cuando llegué aquí existía una barrera invisible pero infranqueable entre los supervisores y managers (Birmanos venidos de otras regiones de Myanmar) y el equipo de agentes de campo (locales de Kachín state). 
Este es el trabajo que no se ve, pero largas conversaciones con los managers y mi propio comportamiento hacia cada uno de los integrantes de este gran equipo , junto con las ganas de todos ellos de convertirse en “una familia”, han hecho que el respeto, las sonrisas y la confianza hayan crecido de manera exponencial en los últimos meses.

Pero lo que a todos vosotros, a los jefes de Solidarités International y a los donantes (ECHO, UNICEF…) les interesa son los resultados tangibles.

OBJETIVO 1:
Mejoradas las condiciones de saneamiento en 7 campos de desplazados. 
(con el tema de la emergencia el trabajo ha sido finalmente realizado en 10 campos)
Este era el grueso de actividades a realizar.

·     




28 nuevas letrinas semipermanentes con tanque séptico.

·         2 letrinas de zanja con 10 asientos cada una (en 3 semanas las hemos cerrado pues hemos acabado el siguiente punto.




·         40 letrinas de emergencia

·         41 rehabilitaciones de antigua letrinas, y descarga de los tanques sépticos que se encontraban llenos en todos los campos.

·        






  •        Más de 100 estaciones para limpiarse las manos frente a las letrinas (cuando llegué aquí no había ni una sola!!!)










·         Más de 4.500 metros de sistema de drenaje para evitar inundaciones en la época de lluvia.










·         Incremento de la longitud de los canalones y de la capacidad de almacenamiento de los sistemas de recolección de agua de lluvia.










·         Mejora de la gestión de la basura. Realizada mediante la división de basuras. Cubos para plástico recogidos semanalmente por un camión municipal y “pits” para la materia orgánica (quemada luego para usar como compost). Los campamentos están ahora increíblemente limpios gracias al gran trabajo de los promotores de higiene y del WWG.




·         Creación de “WaSH committees” (nombre final WaSH Working Group, WWG) integrados por miembros de la comunidad de desplazados en cada campo,  cuya función es el mantenimiento de las infraestructuras, la promoción de la higiene en el campamento y la organización de la limpieza del campo, de las letrinas…

·         Promoción de la higiene. Además de los WWG, hemos realizado concursos de dibujo en las escuelas, concurso de poemas, de debate, de teatro y de baile, además de las clásicas sesiones con toda la comunidad para mejorar  las costumbres higiénicas, demostraciones y demás…



·         Construcción de un pozo profundo con compresor para abastecer de agua potable a los más de 600 nuevos desplazados recién llegados a un campamento donde tan sólo había 80 personas. (Ahora tienen 2 pozos)











·         Rehabilitación de áreas de aseo personal, colocando barreras visuales para la intimidad y coberturas a los tanques para evitar la proliferación de insectos (control de vectores como el Anopheles)



·         Creación de 3 nuevas áreas de aseo (y otras tres en marcha)





OBJETIVO 2:
Mejorado el abastecimiento de agua en calidad y cantidad en 4 IDPs camps

En este objetivo el cambio ha sido también muy grande. 
Se tenían evaluados 4 campamentos de entre 300 y 700 personas cada uno. 
Cuando llegué aquí y realicé la evaluación de necesidades, los 4 campos ya tenían abastecimiento de agua. 

Uno de ellos, Pa Jau, en la zona no controlada por el gobierno, recién construido el sistema. 
Así que encontramos la necesidad en un campamento cercano (Je Yang) de cerca de 9.000 personas!!!!
Así que tras tomar en dos días los datos que pudimos en esa zona donde ningún extranjero había estado en no se sabe cuánto tiempo, 
el proyecto para la toma de agua, el tratamiento y la distribución está acabado
ahora estamos en la búsqueda del constructor y del suministro del material. Una odisea teniendo en cuenta donde se encuentra el campamento….

En Je Yang estamos formando a un comité de agua para el mantenimiento y funcionamiento de la red.
Os dejo el esquema de la red a gran escala

Por otro lado, los otros 3 campamentos se encuentran dentro de un pueblo de 8.000 personas  (más los dos mil desplazados de los campamentos) limítrofe con China donde se encuentran otros 3 campos de desplazados. 
La red de suministro del pueblo les llega a todos, pero el sistema de tratamiento es una mierda (como si no existiera), el sistema de tuberías está destrozado y el mantenimiento es nulo. 
Finalmente, y tras otra toma de datos y entrevistas intensiva, vamos a construir un nuevo sistema de tratamiento de las aguas y a abastecer con formación y piezas de repuesto al TDC (comité de desarrollo del pueblo). 
En esto todavía estamos trabajando.

OBJETIVO 3:
Mejorada la capacidad de defensa frente al invierno de la población desplazada.

Estamos acabando de distribuir por 34 campos de desplazados de todo el estado de Kachín 17.782 kits de invierno. 
Cada kit consiste en una manta, un jersey y un gorro de invierno. 
Decidimos dividir por tamaños la ropa de abrigo, (pequeño, mediano y grande) lo que ha hecho más complicada la identificación y la distribución, pero también más ajustada a las necesidades.




Y esto es todo hasta hora…










Orgulloso del equipo por el esfuerzo realizado y los logros conseguidos.






*

viernes, 22 de noviembre de 2013

Perdido en Myanmar II

Con el sol, aparecieron libélulas flotando alrededor de los miles de templos color tierra de Bagán. 

Visité alguno que otro con un ritmo más propio del que descansa que del que viaja.



Tras una merecida siesta en Winner Guest House, una bicicleta amarilla
y mi cabezonería me ayudaron 
a escalar las cimas, 
sumergirme en las plantaciones 
y camuflarme entre rebaños de vacas jorobadas 
en busca de una puesta de sol que tardó menos en llegar de lo esperado.  




Ni los pinchazos en la rueda ni la oscuridad fueron suficientes para que desesperara al perderme. 
No me quedé parado y llegué…
y cené y compartí y dormí
para despertar al día siguiente con prisas en la puerta 
pero con relax en la cama.
Una nueva visita esperaba...




Tercera parada: Mont Popa

Una china desesperada por la tranquilidad española, desde la salida hasta la vuelta.


Mientras tanto una parada donde me demoré con un toro para sacar el aceite de cacahuete, 
bebiendo a primera hora de la mañana un licor artesanal y probando delicatesen myanmarcianas.

Un viaje en coche alquilado por una pradera arbolada típica del centro de este país que desemboca  en la falda del gran volcán Popa. 



Allí se alza como si fuese un gran rascacielos en medio de la nada, una estilizada y alta colina de roca rodeada por más de 707 escalones y coronada por un templo.
Templo que guarda a los “nats”, 
espíritus de personas que murieron trágicamente. 
A los “nats ¨se les ofrece dinero 
y a los monos que en cantidades ingentes guardan el templo, se les dan cucuruchos de papel rellenos de frutos secos.

Subida calmada no se hace pesada.

Bajada y de vuelta, 
con previo paso por el “Mont Popa Resort” para un ligero avituallamiento,














a Bagán
y a sus templos 
para volar de nuevo con una aún más bonita puesta de sol.


Cuarta parada: Inle Lake 

Esta vez el viaje fue durante las horas solares, en un autobús y parando en todos los pequeños pueblos que se cruzaban por el camino. En ellos íbamos recogiendo a gente  que ocuparon hasta llenar hasta el pasillo central. Bello viaje desde la llanura hasta las montañas que rodean el gran lago, y de nuevo bajada hasta las azules y calmadas aguas de Inle.
En la cena una compañía española inesperada y más que bien recibida. Rodolfo lleva a cabo su oficio de fotógrafo y viajero en las vacaciones del trabajo que le ata a la sociedad. Un placer conocerlo y bienvenidas sus propuestas para conocer el lugar.



Por la mañana, ya bien entrada, calzamos nuevas bicicletas (de nuevo una amarilla para mí)
y se cruza para unirse en el camino Simeon, banquero suizo que deja plantado su trabajo para dar la vuelta al mundo durante un año. 








Vamos a unas aguas termales donde solo bebemos cerveza para luego tomar,
acompañados de una pareja de alemanes jubilados, un bote que nos ayuda a cruzar el lago de lado a lado.

Cuando emprendemos el camino de regreso cambia radicalmente el cielo, se vuelve gris y empieza a diluviar.
Durante 11 kilómetros que parecen cientos, Alicia, Simeon y yo rodamos bajo una cascada de agua mientras reímos y disfrutamos por instantes de las maravillosas vistas de Inle Lake lavado por las intensas lluvias asiáticas. Antes de llegar al pueblo, y cuando la tormenta cesaba, paramos a retomar fuerzas con una botella de vino de la tierra y una buena sopa.
Una de las más asombrosas cosas pasó en los últimos kilómetros que nos separaban del pueblo. Sin luz en un camino desconocido, un motorista redujo su velocidad, y sin decir una palabra se puso detrás nuestro a alumbrarnos hasta el último metro. Estas son las cosas myamarcianas, tan serviciales y honestas personas que te parece estar en otro planeta.

Sólo quedaba un día cuando desperté a las 4 y media de la madrugada en busca de un bote que me llevara a ver el amanecer en medio del lago. 

Pero no fue eso lo único.


Festival de colores, 
sabores, 
olores 
y canciones 
en un templo de cuento de hadas rodeado por aguas.

Artesanos de la plata, de la tela y del tabaco en sus talleres flotantes.


Calles venecianas en media de la jungla que llevan a fiestas de remos,  alcohol y colores.

Escaleras interminables 
rodeadas de miles de estupas.

Plegarias intensivas 
a los pies de Budas cubiertos de oro…

La vuelta bajo una fina lluvia se hace en silencio, tratando de grabar en la memoria cada uno de los momentos.




Sólo una última parada antes de coger el autobús a Yangon. 


No sé aun cómo, 
pero encuentro un monasterio de monjas budistas 
(avisado por Rodolfo) 
donde durante una hora más de 40 nuns  repiten, intentando aprender, palabras en español, inglés y alemán. 

Una sonrisa que no me cabe en la cara y toda mi energía en plena efervescencia contagian a las niñas de no más de 14 años. 

Momento completamente inolvidable.


Nuevo autobús nocturno que tras cerca de 12 horas me deja de vuelta en la realidad en la realidad de Yangón, del trabajo de oficina hasta que vuelva a Bhamo (donde ahora estoy) para dedicarme más de lleno al trabajo de campo.


¿y qué es lo que estamos haciendo aquí?

En el próximo post se verá.




*

lunes, 18 de noviembre de 2013

Perdido en Myanmar I


Ya han pasado casi dos meses desde mi “break” de una semana en medio de estos seis meses de continuo trabajo.
 Pero ahora, en medio de la mayor carga, quisiera volver a recordar esos días que sucedieron, aunque parezcan sacados de la mente de Lewis Carrol más que de la realidad de un viaje improvisado. Quizás así consiga evadirme, mientras tecleo, de los asfixiantes días en los que me hayo sumergido.


          Tras dos horas sentado junto a la pista de aterrizaje (literalmente) de Myitkyina, aterrizó el avión. Aproveché para respirar, cosa que se me había olvidado hacer en las últimas tres semanas, escuchar música y escribir para dejar volar mi mente hacia donde aún no había llegado.

Primera parada: Mandalay

Allí tenía una cita demorada casi 22 años. La pequeña Alicia había sido compañera de clase en mis años de colegio de monjas en Pamplona, y ahora nos reencontrábamos en un aeropuerto semivacío al otro lado del mundo.

No tardamos en coger un taxi compartido hacia la ciudad, pero si tardó el taxi en arrancar.
Durante la hora que nos llevó llegar hasta el Garden Guest House hicimos un recorrido por el pasado no conocido para centrarnos lo antes posible en el presente por llegar. 
Esto vino acompañado ya de ron, arroz y la cortina de agua que caía sobre la ciudad. No pudimos más que visitar un par de bares, donde dejamos la imprenta de unos locos que no paran de hablar alto en un lenguaje incomprensible para los myanmarcianos, hasta bien entrada la noche.

Al día siguiente tras un desayuno más propio de un almuerzo, me estaba esperando una pick-up, o más bien yo la tuve que esperar a que se llenara, para tomar un camino que recorría pueblos hasta llegar a mi siguiente destino.


Segunda parada: Ping Oo Lwin

Una moto de alquiler sin fianza para llegar a las cascadas de Poi Kauk, donde en el día soleado que era, se había reunido gran parte del pueblo a bañarse y olvidarse del cotidiano día a día. 
Yo era uno más, y como tal me sumergí bajo un torrente de agua fresca. 
Por primera vez en tres meses  desaparecí de la tierra para fundirme con el agua y fluir con la corriente. Así continué durante el resto del viaje, ajeno al mundo en el que vivo y disfrutando de mi.


El resto del día dio para un paseo a pie y en calesa, una cena india y para dormir… dormir… que bien sienta cuando desconectas el teléfono y solo te dedicas a soñar.

Ping Oo Lwin escondía una sorpresa, un jardín de las maravillas rodeando un gran lago. Hasta allí llegué en bicicleta, después, todo fue guiado por mis pies. El olor a hierba recién cortada y las flores de mil y un colores, los bosques de bambú y de arboles petrificados, los caminos que no llevan a ninguna parte, las aves de otro mundo y los monos escondidos, las torres más altas y las aguas más tranquilas, los turistas asiáticos y los monjes meditando… todo irreal pero cierto.

El día no había acabado y retomé una nueva pick-up de vuelta a Mandalay. 
El camino me mostró la belleza de una puesta de sol desde lo alto de una montaña, motos conducidas por enormes ramos de flores y el contraste entre el aire campestre y la polución al llegar a la gran ciudad.

-¿Moto-taxi?
-Sí, gracias, quisiera dirigirme a Bagán.
-Para eso necesitas coger el autobús…
-Pues llévame hasta él.

En el más pirata de los bares del país de los piratas esperé.
 Tragando cerveza y difuminándome en una esquina del local cuando las peleas empezaron a surgir.
 Dos horas que dieron hasta para improvisar música entre unos guitarristas y mi armónica, 
como siempre mal tocada.


Autobús nocturno entre el frío de la noche y el calor de una manta.



Tercera parada: Bagán


En mitad de la madrugada me encontré tumbado en una calesa tirada por un caballo por las calles embarradas de una ciudad salida de las películas de Peckinpah . Tomando un café de sobre (café, leche y azúcar en un mismo pack), mientras hablo un idioma que desconozco, consigo despertar y ser consciente de donde estoy. Justo a tiempo para ir al templo más alto (o eso creía) a ver como los primeros rayos de sol iluminan de costado los miles de templos que se reparten por la amplia explanada de Bagán, junto al gran río Ayeyarwady.

........ continuara?


*

sábado, 19 de octubre de 2013

Aterrizo en Bhamo

Always the same stress when I arrive to Bhamo.

Bajo los escalones del avión como un zombie tras tantos despegues y aterrizajes que se suceden en el trayecto desde Yangon, que no sé como acierto a bajarme en el pueblo correcto.
Cinco escalones y una pared de calor húmedo frente a la abundante vegetación del aeropuerto y sus alrededores.
Unos escasos pasos andados entre árboles me llevan hasta la terminal, aunque más que a un aeropuerto se asemeja a una  de las pequeñas estaciones de tren en las que apenas paras cuando recorres los pueblos blancos de Andalucía. Con una sola sala donde se despachan  billetes, se factura, se te identifica por tu pasaporte si extrañamente eres extranjero, y esperas, tanto si vienes como si vas. Todo está arrejuntado. Con amplias entradas sin puertas que permiten que se ilumine el interior del recinto. Ahí me espera el conductor, con su pequeño bigote y sus ojos sonrientes, junto a mi ayudante para recibirme.
Tras recoger mi equipaje (una pequeña mochila que guarda mi ropa para 2 semanas), en una caseta colocada al otro lado de la verja que rodea el aeropuerto, nos dirigimos directamente a la oficina de SI en Bhamo.

Bicicletas y motos se van cruzando con la pick-up. Y mientras yo me fumo un cigarrillo, observo de nuevo, con una sonrisa creciente,  las pequeñas casas construidas con madera y bambú. Mi mente se despeja justo a tiempo para encontrarme frente a frente con el staff que tanto trabaja para llevar el proyecto a buen puerto. Uno a uno los saludo, les sonrío y pregunto “ni kaun lar?”, “kaun ba rée” me responden entre tímidas miradas a los ojos. Por supuesto, no están los 30 en la oficina, tan sólo unos cuantos, el resto anda desperdigado por los distintos campos de desplazados en los que trabajamos.

Los vigilantes son los primeros a los que veo y los últimos de los cuales me despido cada día. (ya con plena oscuridad al montar en mi bicicleta de vuelta al hotel). En la puerta, al dejar mis chanclas, ya puedo intuir la cantidad de gente a la que me encontraré por la cantidad de sandalias colocadas sin orden aparente.
La oficina de logística suele tener un par de muestras de material para chequear la calidad antes de seguir con los procesos de compra. Lo hago. Se acerca el administrador y financiero. Me explica un par de cambios. Me pide que firme unos papeles y una reunión para actualizar el pronóstico de gastos. Los supervisores de los distintos equipos, uno a uno o todos a la vez, vienen a informarme de las actividades que se llevan en terreno y me preguntan por las nuevas que han de dirigir. Los cito más adelante tras conversar un rato con la mochila todavía sobre mi espalda. La suelto.
Traspaso la puerta de mi pequeño despacho. Calor y una taza de café de sobre me esperan. Mientras se enciende mi ordenador doy una vuelta a la oficina para saludar a algún “agente” que se encuentre preparando cosas en la oficina, a la limpiadora y a todo aquel que se me haya pasado en mi frenética entrada.


No llevo una hora en Bhamo y a las mil cosas por hacer se han unido otras dos mil.


*

sábado, 7 de septiembre de 2013

de desayunos comidas y cenas

"Coffe sir?" escucho cada mañana estas palabras salir de una pequeña sonrisa que contagia la mía.
"Yes please! Yesu timbalé!" respondo mirando a sus pequeños ojos negros y brillantes.
Desparece con la cabeza escondida para colocar, en un tiempo record, una caliente taza de café recién al alcance de mi mano, sobre la mesa que me sirve de escritorio en la oficina de Yangón.

En este punto, el de primera hora de la mañana, tanto en Myanamar como en Europa, mi desayuno no varía mucho. Café y, excepcionalmente, algo para acompañar.

En Bhamo el desayuno también está pagado en el hotel donde descanso, incluido un enorme plato de fruta fresca y recién cortada (piña, pera, kiwi, sandía, mango, melón...). Ya me conocen y me lo colocan en una bandeja de cartón para llevarlo a mi oficina, donde lo reparto entre el staff que lo recibe cada día con una sonrisa y un "morning!". Cada vez se sorprenden menos, ya lo esperan (también ellos se acostumbran a lo bueno).
En Myanmar, la gente suele meterse entre pecho y espalda nada más despertar u plato de noddles bien picantes... lo siento pero a mi no me entra comida a primera hora de la mañana... excepto si me ponen delante pan con aceite y tomate y un buen jamón ibérico.

La hora del almuerzo llega entre las 12 y las 12:30 del mediodía.

En Bhamo, si tengo tiempo, acompaño a la "guesthouse" a parte del staff. Arroz, bambú, picante de distintos sabores, algo de pollo, algún fruto del río y más arroz espera nuestra llegada.
Si, como es habitual, debo inventarme unos minutos para alimentar mi estómago, me acerco a alguna que se agolpan a los lados del camino.
Allí tomo unos noodles con...
con vegetales y algo más.
A veces sumergidos en una sopa
y otras con el caldo a un lado para tomarlo cuando me plazca.
Por supuesto,
siempre un plato de guindilla picante picada
para poner a mi gusto un plato que ya de por si te saca los colores y sudores.

En Yangon... "LUNCH IS READYYYY!!!!!" es la señal que nos hace levantar como robots la cabeza de nuestras tareas para disfrutar de unos estupendos platos que nos preparan a diario en la cocina de la oficina.
Ya sea una tortilla con brotes de soja, cerdo o pollo acompañado de patatas cocidas, arroz (cómo no!), noodles de varias clases y preparados con diferentes guarniciones, y fruta para compartir entre los que tenemos el placer de sentarnos a esa mesa sobre sillas de plástico azul.

Hoy es sábado.
Estoy en Yangón, en el Seint Lain
y escribo mientras devoro un cuenco con Shan Noodles, uno de los más clásicos de Myanamr
y para mi
de los más sabrosos.
Con pimiento y tomate reseco, sésamo, ajo, algunos frutos secos, cebolleta y una pizca exacta de guindilla picante.
Para mezclar elijo pollo en esta ocasión, aunque también podría optar por una pequeña ración de cerdo.


Hasta las 8 o las 9 de la noche no mi momento de cenar.
Casi no he cocinado desde que llegué, sólo un par de noches. Lo hecho de menos.

En Bhamo suelo elegir dentro del menú del hotel.
Prawns, crab, pork o chicken, y a partir de ahí, muevo mi dedo por la lista hasta detenerlo sobre una frase escrita en birmano...
y eso me traen,
sin saber a ciencia cierta que será hasta que lo tengo delante.
Suelo acertar.
Suele estar bueno aunque a veces algo grasiento.
Como solo,
ya sea en mi cuarto, en la terraza o en la pequeña sala iluminada que tienen a la entrada.


En Yangón, cada noche visito algún pequeño o gran restaurante junto al resto de franceses que trabajan conmigo.
Ya sea el Ykko, Seint Lain, House of Memories, Onyx, Sports bar o alguna barbacoa china o birmana, donde eliges en crudo sobre una amplia variedad de carne, pescado y vegetales que te preparan a la brasa antes de llevarlo a tu mesa.

¿Con que regamos las cenas?
Con una cerveza, la más tradicional del país, la "Myanmar", nada original.
Aunque hay otra bebida a la que me he aficionado... aunque siempre me ha gustado. 
Un buen y fresco zumo de lima, perfecto para combatir el calor y la elevada humedad de esta región.

Me alimento bien.
Hay variedad y casi todo es muy sabroso aunque también muy picante.
(aunque tengo unas ganas de un gazpacho y de un buen plato de jamón ibérico)

Eso sí!
Ya soy casi un experto en el uso de los palillos!!!


*

lunes, 19 de agosto de 2013

Trabajo y poco más

Siete y poco de la mañana,
se abren mis ojos y mis oídos descifran rápidamente si ya está lloviendo o deberé esperar un tiempo a ver cortinas de agua cayendo del cielo.
Trato de estirar mi cuerpo y despertarlo con algo de ejercicio y una ducha fría
aunque no siempre lo consigo.
No pierdo más el tiempo y recorro los escasos cinco minutos que me separan de la oficina de Yangon
con la compañía de una canción cada día diferente en mis oídos.
Como siempre soy el primero en llegar,
me gusta aprovechar mi primera hora sin nadie en la oficina
cuando todo está tranquilo y sin ruido.
Luego llega el ajetreo, la entrada y salida continua de personas,
las conversaciones de gente interna y externa a la organización
en el mismo lugar donde otros tratamos de aprovechar el tiempo que se come el espacio de nuestras vidas.
Una escasa media hora para comer
que se me hace larga
que no disfruto como debería,
y vuelta a la misma silla
aplanando el culo
machacando energías que tardarán en recuperar la sonrisa.
Diseños y elección de materiales y actividades a larga distancia
gestión de un proyecto que no veo y de un staff que casi no conozco
gestión de una vida y de un ambiente que se sale de lo corriente,
las luciérnagas parpadean y ni aun así consigo ver el camino correcto.
Ando a ciegas
con el miedo de ostiarme en cualquier momento
sin avisos
sin red
sin agarrarme a alguna pared.
Pero sigo…
tratando de intuir lo correcto en este camino que, aunque debería, no está asfaltado.

Cuando siento que estoy cayendo
freno
respiro
y pienso el siguiente paso a dar…
esto es un maratón y debo guardar las fuerzas para llegar hasta el final.

Y aparte del trabajo poco más que contar
aunque sí que aprender.
La sociedad que tengo detrás de mi
continúa con sus juegos sin fin
y está tan locamente acelerada
que prefiero ignorarla.

Yo sigo intentando ser un hombre mejor
girando a ciegas por este gran mundo
lleno de gente que se pasea sin rumbo
y que no siempre dejan ver el sol.








*

domingo, 4 de agosto de 2013

Noche y día

Como cualquier otro fin de semana en algunos de los rincones de Europa que hasta ahora me han acogido
noche de cena y baile
día de pasividad y relax.
Aquí podría acabar....
pero no es así...
en Myanmar siempre hay algo especial que contar.

La noche simula empezar tranquila
cuando esconde lo que no vas buscando.
Buen vino y buena carne
regadas con charlas y risas que se alargan con "shisha" y carajillo.
¿y después?

Tomar un taxi con un compañero de aventuras,Vincent,
de los que disfruta de la vida en lugar de sufrirla,
hacia una discoteca
donde la cerveza te la sirven en lata
y la música la embotellan entre electrónica poco depurada.
Pero el sitio está a reventar
y no tardamos ni dos segundos en ponernos a bailar
como si fuera la primera vez
como si fuese la última.
Entre gente descarada y rezagados de la monotonía,
humo y luces,
calores y sudores
que te despiertan más de lo que ya estás,
nos vamos poco antes de que el desierto llegue a la pista de baile...
habrá que buscar algo más...
Un conductor de rallys frustrado nos acerca a una nuevo sitio
pero descubrimos al entrar que el vacío llegó antes que nosotros.
Una cerveza para retomar fuerzas
y el camino, esta vez con la fuerza de nuestros pies,
lo hacemos entre calles silenciosas que llenamos con nuestras tonterías
con nuestras risas y palabras que quedarán escondidas en las oscuridad de la noche que estamos viviendo.
Pero esto no podía ser el final...
así que hacemos un penúltimo intento en un local desconocido que sabemos que existe cerca de nuestra casa
Ya son casi las cuatro.
Nos acercamos y seguimos sin escuchar un alma... malas noticias?
Nunca!
La calma que precede a la tormenta
de baile y risas que nos esperan dentro de un pequeño pero genial "antro".
Por fin un Dj que sabe mezclar la música como para no dejar que pares
ni para darle un trago más a la cerveza,
donde nos tratan como reyes
donde bailan como nosotros y con nosotros
donde las mujeres ríen y danzan sin buscar más que diversión
donde los rayos de luz se entrecruzan con el humo del local
donde el lenguaje deja de ser un problema para comunicarse
donde no quieres que se acabe la noche...

Pero todo acaba con las primeras luces del amanecer.
Toca descansar

Y el día...
pues descansando de la semana de trabajo.
Comiendo noodles en buena compañía,
viendo una película
tocando la armónica mientras improvisamos canciones con guitarra y voz
conversando con Vicent y Ángela de lo que fue y de lo que será...
y escribiendo estas letras para acabar el fin de semana que ya se ha escapado
sobre el colchón que ahora acunará mi sueño.

Mañana es lunes.
Vuelta al trabajo.
Con las pilas recargadas
con la mente despejada.



*

martes, 30 de julio de 2013

en Bhamo...

Despierta a tempranas horas el sol por entre los montes que nos separan de China.
A veces, las grises nubes monzónicas me impiden identificar la frontera que separa la noche del día.
En otras ocasiones el sol deslumbra y quema desde el primer momento.
Pero la mañana empieza siempre con los mismos sonidos al despertar de este pueblo.
Las motos lentamente recorriendo las calles encharcadas,
los niños hablando en grupo de camino a la escuela,
"miglaba!" entre los tenderetes que van abriendo y colgando su mercancía.

Al salir de mi habitación ya empiezo a disfrutar de las primeras de tantas sonrisas que la gente me ofrecerá a lo largo del día. Soy el único extranjero del pueblo (o al menos el único blanquito europeo) así que mi cara les hace gracia, o a la gente le ilusiona ver alguien diferente, o ambas cosas...
Mi bicicleta me lleva de camino hacia mi oficina, como cada día, aunque hoy se trate de un fin de semana.

Atravieso la vera de un pequeño lago, donde los niños juegan trepando a un árbol y saltando.





Con la edad llega la tranquilidad
y otros se dedican a esperar que un pez pique el anzuelo de sus artesanales cañas de pescar.










Aunque en esta región la mayor parte de la población es cristiana (ya sea la iglesia baptista o la católica), también quedan habitantes que mantienen la religión "autóctona" de la zona, el budismo, a pesar de las invasiones europeas de los siglos pasados. Niños aprendices y monjes, con sus túnicas rojas pasean por las calles.





Hoy me llevan a visitar el templo budista más antiguo de Bhamo tres compañeros del trabajo: Thet Khine, Ball Law Ram y Kwayt Kwayt. Me recogen en la oficina y en dos motos nos acercamos hasta el límite del pueblo. A la orilla del río se encuentra esta pagoda.

Espero que las fotos me ayuden a recordar no sólo la imagen, sino también la tranquilidad que se respira en este lugar.



Me cuentan la buena relación entre credos, las historias representadas en cada esquina, la antigüedad de sus cimientos...




También aprovechamos para visitar un campamento de desplazados donde, el año pasado, Solidarités llevó a cabo parte de su proyecto. Por un tiempo vuelvo a la realidad de mi trabajo, el que me obliga a mejorar las condiciones de los que no han tenido mi misma suerte.





Cuando volvemos a recoger mi bicicleta, ya empiezan a aparecer las primeras sombras de la noche.
Vuelvo hacia el hotel por el mismo camino.
Esta vez el lago está más tranquilo.




Tan sólo me cruzo con una pareja de jóvenes enamorados que aprovecha la intimidad del lugar para susurrarse palabras al oído.

La aguas están tranquilas
y reflejan hasta los detalles más minúsculos que esconde este pueblo.





Pero ya llegando al hotel vuelve el movimiento, y sobretodo los olores de las cenas preparadas en plena calle que avisan al rezagado de que ha llegado el momento de la última comida del día.


Yo la disfrutaré en mi habitación,con la compañía de mi libro o de , si hay suerte, alguna película que sea en inglés que pongan en la televisión....hasta que caiga abrazado a la almohada...

Mañana será un nuevo día en Bhamo.
El ajetreo volverá a empezar
y mis pilas deberán estar cargadas
para saborear y aprovechar cada hora del día que me espera.



*