domingo, 23 de junio de 2013

Éblouie par la nuit

El día a día
bajo las nubes que taparon el sol de París estas semanas
fueron como los de cualquier gran ciudad europea.
Despierto con la luz matinal
café y zumo como desayuno,
encierros de oficina frente a folios y ordenador,
comidas mezcladas con el humo de los coches
y su ruido,
constante ruido social a cada paso que das.
La cabeza tan cansada que el peso te impide mirar hacia el cielo
sólo buscas la almohada que te acerque al siguiente despertar.


Pero las dos últimas noche me han deslumbrado.
Para lo bueno y para lo malo.
La música en cada esquina y adoquín
teloneando a una noche estrellada,
gentío y bailes de todos los sabores,
sombras paseando en compañía,
mujeres de labios rojo sangre y con ojos brillantes
clavadas en los puentes como con alfileres punzantes.
El Sena atascado por el tráfico de un turismo molesto
mece mis brazos
me acerca a sus muelles,
a la antigua ciudad que un día fue y no conocí
hasta llegar al golpe de luz que rasga el cielo
que araña la conciencia de mi destino.


Este pequeño europeo sigue a la espera
paseando entre andenes
por distintas estaciones donde dejo tatuados mis pasos,
en negro
en blanco.
Los colores me los llevo conmigo

París tiene rincones y avenidas...cada cual que se quede con lo que disfrute, yo al menos ya los he descubierto a los unos y a los otros.

Sigo amando la vida...y tú?

"Est-ce que tu aime la vie, ou la regarde juste passer?"


*

lunes, 17 de junio de 2013

Paris m'enseigne...


Siempre me entra un extraño miedo acompañado de adrenalina cuando algo nuevo está por llegar,
y esta vez en poco o nada me equivocaba.
París me enseña en idiomas en los que nunca he aprendido,
París me obliga a desenmarañar conocimientos más allá de las 24 horas que dura el día,
sin descanso,
París me acuna bajo su cielo gris coloreado y me despierta al instante para que no me pierda entre sueños aún no vividos,
para que despierte a la realidad de mis flaquezas,
París me presenta nuevos compañeros de aventuras
instantáneas o duraderas,
París no se deja ser visitada
hasta que no suba este escalón,
pero aún así me escapo de su vigilancia para perderme por algunas de sus calles que tras tan sólo una semana, ya siento como mías.
París, la gran desconocida que me enseña las huellas de los pasos que estoy empezando a dar.

Solidarités y sus PAD, los cursos de presentación a la organización, a su manera de trabajar, de sentir y de actuar en el mundo de la ayuda humanitaria. Son dos semanas de alta intensidad, con temáticas que se van explicando mayormente en inglés, aunque otras se dejan llevar por el idioma natal de esta ONG francesa.
Mucho tiempo por delante para aprender de su experiencia y mucho esfuerzo por realizar para ofrecerles algo de mi que merezca la pena.

La soledad no es completa, pues recibo sonrisas cercanas, besos venidos de lejos y abrazos que a veces no encuentro.
Pero sobre todo me tengo a mi,
disfrutando de cada momento
hasta de lo incomprensible,
desde esta pequeña habitación con esta gran cama,
acogido entre sus mantas cuando siento frío
y desprendiéndome de ellas cuando los calores me alcanzan,
poniéndome de café hasta las trancas
mientras zurzo mis descosidos.
Voy creciendo tanto que cada día me siento más pequeño,
en este mundo lleno de posibilidades
y lleno de trampas,
busco unas y me caigo en las otras....
¿y qué más da
si luego nos volvemos a levantar?

Una semana
y ya estaré volando hacia el sudeste asiático, hacia Birmania, donde todo (o casi todo) será nuevo.
Pero mientras tanto seguiré aquí estrujando hasta la última gota del jugo de este curso.
Echo de menos tantas cosas...sobre todo la comodidad de tener todo controlado.
¿Pero quién sería yo con un pájaro ya en la mano?
prefiero verlos a todos volando mientras yo trato de alcanzarlos.

Este fin de semana me senté en compañía frente a Victor Hugo
y me susurró al oído:
"To live is the rarest thing in the world,
                               people most exist.
                               That's all!"


*

sábado, 8 de junio de 2013

Retiro sureño

Dos semanas he pasado en tierras andaluzas.
Entre papeles, compras y documentos
he encontrado de nuevo un respiro,
una gran bocanada de aire necesaria antes de mi nuevo destino.

Sevilla
sigue desprendiendo aroma tardío de primavera,
el frescor de una cerveza (o varias) con mis amigos,
con mis hermanos,
los que te dicen las verdades a la cara y te sacan una carcajada,
los que siempre estarán y siempre estuvieron.
Comidas, sonrisas y conversaciones de tú a tú con la familia,
conociendo, aportando y disfrutando del tiempo que a su lado paso,
encontrando las palabras de orgullo que tanto me ha costado hallar.


Granada
luces y besos que nunca se olvidan,
flamenco y sueños de la Alhambra
con largos paseos de monte y ciudad
unidos a la sombra de una sierra aún nevada.
Recuerdos y presentes chocan con el brillo de mis ojos,
busco y encuentro,
me marcho
pero nunca abandono.



Roche
solitaria playa  que acuna el verde de sus pinares,
las maravillosas puestas de sol que humedecen mis mejillas
siempre me aportan lo que necesito.
Viejos amigos que ya buscan nuevos retos
entre gazpacho y pescaíto
todo olvido se vuelve invisible.




No es que lo eche de menos cuando ando buscando mi sitio en el mundo,
pero si busco instalarme en esas fotos enclavadas en mi cabeza
cuando necesito un momento de respiro
cuando el brillo empieza aflojarse en mis pupilas...
y siempre está ahí... Andalucía,
mi gente
la tierra que tanto me ha enseñado,
la más bonita de las conocidas hasta ahora
y bajo mi punto de vista, también de las más desaprovechadas...
de ahí que los que tanto aman estas tierras han de irse en busca de oportunidades
que en un futuro les devuelva a disfrutar del sol y el sabor andaluz.

Ahora yo también marcho.
Mañana París.
En dos semanas a Birmania...
pero esto ya lo cantaré en nuevas entradas...


*