lunes, 14 de abril de 2014

Cuando sólo quieres descansar




Aunque nadie lo crea
mi energía también se agota.
No disfruto de las estrellas que fugazmente cruzan por mi camino.
Tiro de donde no hay y me enfurezco con lo que no existe.
Paso de soñar despierto a vivir dormido.

Llega entonces el momento de descansar, 
de perderme, 
de dormir y buscar los sueños fuera de la realidad del día a día que queda tan lejana de la Europa que me vio crecer.

Llegó el momento del Tanganiyka y de Burundi.
Llego sin más deseo que el de escuchar el silencio, comer algo diferente a “beans con chapati”, 
beber más de una cerveza bien fría 
y pasarme las horas en posición horizontal.
Eso busco y eso encuentro.
Distintos lugares para colocarme en similares posiciones.

Frente a al agua de una piscina leo y escribo, río y bebo, hablo, callo y escucho.
Los hipopótamos y burundeses me acompañan en una tarde de pesca.

Los montes llenos de plantaciones de té refrescan mi mente.

Las noches me llevan al billar, a pizzerías y de cervezas

La música y las letras ya escritas o por escribir me acompañan en cada paseo
 

Y para terminar me escondo en un refugio de lujo
donde la playa sólo existe para mi
donde las aguas transparentes solo se perturban por mi baño
donde la noche es silencio y soledad
donde el día me depara conversaciones privadas con un sol que me mira de frente
donde vuelvo a soñar y no a  “pesadillear”
donde me río solo y a carcajadas.



Vuelvo a South Sudan descansado.

Ya fue hace casi un mes…pero aun puedo oler las piedras que le arranqué al Tanganiyka…



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