sábado, 8 de junio de 2013

Retiro sureño

Dos semanas he pasado en tierras andaluzas.
Entre papeles, compras y documentos
he encontrado de nuevo un respiro,
una gran bocanada de aire necesaria antes de mi nuevo destino.

Sevilla
sigue desprendiendo aroma tardío de primavera,
el frescor de una cerveza (o varias) con mis amigos,
con mis hermanos,
los que te dicen las verdades a la cara y te sacan una carcajada,
los que siempre estarán y siempre estuvieron.
Comidas, sonrisas y conversaciones de tú a tú con la familia,
conociendo, aportando y disfrutando del tiempo que a su lado paso,
encontrando las palabras de orgullo que tanto me ha costado hallar.


Granada
luces y besos que nunca se olvidan,
flamenco y sueños de la Alhambra
con largos paseos de monte y ciudad
unidos a la sombra de una sierra aún nevada.
Recuerdos y presentes chocan con el brillo de mis ojos,
busco y encuentro,
me marcho
pero nunca abandono.



Roche
solitaria playa  que acuna el verde de sus pinares,
las maravillosas puestas de sol que humedecen mis mejillas
siempre me aportan lo que necesito.
Viejos amigos que ya buscan nuevos retos
entre gazpacho y pescaíto
todo olvido se vuelve invisible.




No es que lo eche de menos cuando ando buscando mi sitio en el mundo,
pero si busco instalarme en esas fotos enclavadas en mi cabeza
cuando necesito un momento de respiro
cuando el brillo empieza aflojarse en mis pupilas...
y siempre está ahí... Andalucía,
mi gente
la tierra que tanto me ha enseñado,
la más bonita de las conocidas hasta ahora
y bajo mi punto de vista, también de las más desaprovechadas...
de ahí que los que tanto aman estas tierras han de irse en busca de oportunidades
que en un futuro les devuelva a disfrutar del sol y el sabor andaluz.

Ahora yo también marcho.
Mañana París.
En dos semanas a Birmania...
pero esto ya lo cantaré en nuevas entradas...


*

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