martes, 16 de octubre de 2012

Otoño seco

En las hojas se difumina el color brillante proporcionado por el agua y el sol,
en la tierra aparecen calvas donde antes sobre una alfombra me tumbaba,
la electricidad se siente en el ambiente
y el frío comienza a afilar sus agujas.

Los silencios tienen recuerdan el eco de los buenos momentos
y las palabras tiritan en la boca y en los dedos,
a falta de tus besos y abrazos me agarro a mi chaqueta
que me proporcionará el resguardo del invierno.

Sigue dejandose querer la lluvia tan echada en falta,
sigo dejandome querer por las mantas que me atrapan,
sigo con los estudios que un día olvidé
y con los que aun me faltan por aprender.

Las mañanas empiezan a oscuras con el siempre afilado sonido del despertador,
me dispongo a despertar cuerpo y neuronas
para atacar ese idioma que tanto deseo aprender
 y tanto esfuerzo supone,
en reducidos y variados grupos escuchamos, escribimos y hablamos
ese idioma tan útil por su extension por africa llamado francés.

Poco tiempo para repasar lo aprendido
justo antes de alimentar la energía que me ayuda cada día,
la que me vuelve a montar en bicicleta
para llevarme más allá de mis metas.

Y vuelvo a sentir el frío en mis manos...
y el cansancio en pulmones y piernas...

Tarde universitaria...¿quién me lo iba a decir?
sin dejar de sorprenderme...
voy por buen camino
con rumbo fijo y constante hacia mi destino.
Y cada día un poco más.

Vuelve la oscuridad acompañada de los colores otoñales,
amarillos y marrones
buscando hueco en los campos de castilla,
y yo me siento sobre la roca de este banco
a esperarte,
mientras mis dedos reflejan las sombras y luces
de una estación que espera a la lluvia
para dejar que las hojas abandonen las ramas que una vez las vieron crecer



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